23.10.11
El tomate se siembra en septiembre, por Santiago Blanco
Escuché Hermética por primera vez cuando tenía 14 años, en la casa de mi amigo Patricio Figueroa, el tema Otro día para ser me enfervorizó en ese mismo instante, después me pasó lo mismo con la banda entera. Pero ya eran sus últimos tiempos. Conocí a Ricardo Iorio cuando se mudó al campo, enfrente de donde por entonces me fui a vivir. Mi padre me presentó como un fanático suyo o como el fanático tuyo de mis hijos, creo que fue esa la expresión y el loco me dijo que después pase por su casa a tomar algo, lo hice y desde entonces se creó una fuerte amistad. Me acuerdo de una vez que llevó 100 km a una pareja que hacía dedo en la ruta, pero en dirección contraria a la que él iba, eso no lo hacen muchos; o de encontrarse con gente humilde y llenarles el auto (llenar literalmente) de fideos, salchichas, pan o golosinas, para esos chicos que en toda su vida comieron como mucho tres caramelos. No sé si es grandeza la palabra, pero en esos momentos me pregunté por qué nunca lo hice yo o qué bueno sería si uno se propusiera realmente hacer cosas así.
Dependiendo del día, Ricardo Iorio encaja mejor en el perfil de anarquista ingobernable o en el de predicador cristiano. Tres adjetivos que creo lo describen en su justa medida: dadivoso, leal y carismático. Sé que detesta la mentira, la falta de lealtad en la amistad y a los que anteponen el dinero o el amor por los animales antes que el amor por las personas. Porque hay gente que si te ve pateando un perro te hace una denuncia pero cuando una madre en una esquina hace trabajar a sus hijos de dos, tres, cuatro o cinco años, miran para otro lado y no hacen nada o suben el vidrio y dicen que ya les dieron a los de la cuadra anterior, como si los pobres fuesen una organización y al que le diste dos cuadras atrás fuera a compartirlo.
No lo llamaría un hombre de campo, diría que es un criollo, porque criollo es tanto el que planta un alambrado, bolea un potro o planta semilla como el que escribe un verso con criolla conciencia, porque hombre de campo es cualquiera que se compra un campo y lo que valoro de un gaucho o un criollo es que reúnen muchas cualidades que una persona que vive lejos de sus vivencias no logra valorar o percibir, como el hecho de dar la mano sin esperar nada a cambio, o trabajar para el amigo que precisa, solo por el asado, el vino y un rato compartido.
Creo que Ricardo Iorio es representante del metal pesado argentino, sin dudas. Para mí es el número uno, porque armó la primer banda de heavy –V8–, la más popular del heavy nacional –Hermética– y hoy en día están más que vigentes con Almafuerte, que de no ser porque mantienen una discográfica independiente y confrontan muchas veces con quienes son los dueños de las radios, por ejemplo, y otras gentes que no gustan de sus verdades, serían mucho más populares. No creo que la temática de sus letras sea ecologista, sí nativista, porque mantiene la memoria de la matanza del indígena o la falta de educación que le dan a los nativos que sobrevivieron a esa matanza y hoy escuchan reggaeton o cumbia en un barrio del conurbano, sin saber que tal vez sean descendientes directos de caciques importantísimos. También creo que si sos una persona a la que muchos escuchan o leen, es muy importante que tu mensaje signifique algo, que podés mandar un mensaje de respeto hacia vos mismo, sobre la revalorización de la identidad nacional o simplemente que el tomate se siembra en septiembre y se traslada en noviembre, en un metro cuadrado en el jardín de tu casa y que con esa planta come toda la familia. Lo que sea pero útil. Creo que la proliferación del “menea niña” y del “de reversa mami de reversa”, es intencional por parte de las personas que quieren mantener en la ignorancia a una nación para concretar con eso planes que no deben ser nada buenos porque si lo quisieran pasarían música con un mensaje más positivo. Creo que un autor tiene que ser claro para que lo entienda hasta el más ignorante, o al menos, pintar una realidad, que aunque mala, sirva para algo bueno.
Gracias a Ricardo llegué a José Larralde y no encuentro un tema de Larralde que lo haya hecho en vano, sin un mensaje o una enseñanza. Me parece que Herencia para un hijo gaucho es más importante que el Martín Fierro y que deberían hacerlo conocer en las escuelas en lugar de hacer cantar un tema de un cubano exiliado en Europa diciendo que perdió un unicornio o que se quedaron sin falopa y ninguno se anima a ir a comprarla.