14.9.11
No vas a ser astronauta, por Mariano Massone
Sobre No vas a ser astrounauta, de Ariel Idez, Pánico el pánico, (2010)
El cuerpo siempre es potencial, virtualizable. También, es un objeto sintomático. Las circulaciones y procesos que produce nuestro cuerpo (el yodo y la sal del mar, las achuras, la eyaculación) muestran un todo orgánico total.
No vas a ser astronauta de Ariel Idez es un recorrido clínico por el cuerpo. A través de sus cinco cuentos –como si fuesen nuestros cinco sentidos– entramos a un mundo de cuerpos potenciales, virtualizables pero también sintomáticos.
El primer cuento "La falla" nos muestra un hipocondriaco sadomasoquista que es cooptado por el síntoma. Este se le vuelve cuerpo. Rellena y virtualiza su cuerpo a través de arneses. Su autoflagelación pasa "los beneficios del corsé, posteriormente reforzado con arneses de acero". La zona activa de la enfermedad (el ano) lo coopta por completo y no hay solución para ese problema.
El segundo cuento "Modus Operandi" ofrece una secta de peatones suicidas que se brindan a los automóviles para que su cuerpo sea elevado por los aires. La ofrenda de esta secta es inexplicable. Es tan inexplicable que el Estado genera todo un mecanismo del horror, una bioética para que las personas no salgan de sus casas y se queden en sus guaridas temiendo cualquier "movimiento sospechoso" de este grupo de subversivos- peatones suicidas.
El tercer cuento "No vas a ser astronauta" produce una masturbación mirando películas pornográficas en internet, el cuento es una oda a la soledad de lunes a la noche, cuando tu esposa se fue a una fiesta y vos quedaste solo. Así, en segunda persona, como los libros Elige tu propia aventura, está escrito este cuentito, breve, de tres hojitas.
El cuarto cuento y el más largo del libro: "Carne" nos sumerge de lleno en una bioética de la carne -la comestible, la vacuna- y sus transformaciones según los momentos sociales de la historia Argentina. Cuenta la historia de Manfreddi, un cocinero-matarife que de buenas a primeras se ve trabajando en el Instituto Di Tella. Su material es la carne pero la carne en su contexto socio-ecónomico, en la Argentina de 1960-1970. Su crítica social pasa por para quiénes es dirigida la carne que se produce en la Argentina en esa etapa. ¿Será realmente para los obreros? ¿Quién se queda con el dinero de su producción? Manfreddi termina inmolándose.
Su última obra se produce de la siguiente manera: lo faenan a él. 1976.
El quinto cuento, también breve, cuenta el tránsito a nado por el mar. El cuerpo físico en su pura transparencia de sal y yodo. El mar infinito y dos cuerpos hermanos (el cuento se llama "Hermanos") nadando hasta el infinito y más allá. Siempre más y más.
Estos cinco cuentos muestran un recorrido por diferentes cuerpos que se van metamorfoseando según la situación socio-histórica en la que viven o el tránsito que causan, es decir, estos cuerpos se orientan hacia la virtualidad de su organismo. Todo sólido se desvanece en el aire y nuestros órganos no están excluidos de esa disolución con el tiempo pero tampoco nuestros órganos están excluidos de su potencialidad, el espacio del poder ser: poder ser sadomasoquista, poder ser suicida, poder ser masturbado, poder ser nadador, poder ser faenado. Es necesario tener memoria para recordar a Manfreddi y operar a veces de manera suicida como los peatones, nadar juntos a la par con un hermano o volverse sintomático como al que le falta porque no le encuentra la vuelta, como le decía un paciente a nuestro querido Jacques Lacan. Sin embargo, todo sadomasoquismo, por suerte, tiene una safe word, esa palabra que usan los que lo ejercitan, que sirve para decirle al otro que ya es demasiado golpe bajo.