22.9.20

La mujer de los perros y otros poemas, por Marina Serrano

 




ANENCEFALIA


En un hospital vive un niño con anencefalia,

lo extraño de esto es la palabra: vive.


Un cuerpo boca abajo,

extremidades anfibias,

donde la cara termina

detrás de las orejas: nada,

lo que llaman

un gran defecto de la bóveda craneal.


Un cerebro reptiliano,

bulbo, protuberancia y mesencéfalo,

incapaz de conservarse

entre la progenie omnívora.


La próxima vez que entre en paro

no lo reviviremos,

dice el médico.


(¿Lo revivimos alguna vez?).




CONTAGIO


En una habitación restringida

hay una nena con tuberculosis,

el tipo que se juntó con la madre

le pegó el sida,

a ella y a su hermana.


A él no le importó, a la madre

tampoco.


Él amenaza

con su sangre resentida,

la enfermera no se arriesga,

nosotros

tampoco,

lo esquivaremos varias veces

antes de que termine el día.


La nena, tosiendo en la máscara, va a morir.

La madre

tomará el bondi a Mataderos y tendrá otros hijos

con ese tipo,

los parirá aquí mismo,

y los traerá después muchas veces

antes de la definitiva.




LA MUJER DE LOS PERROS


                                                      Las verdades más espinosas acaban por ser escuchadas

                                                      y reconocidas una vez que los intereses heridos y los

                                                      afectos por ellos despertados han desahogado su violencia.

                                                      Sigmund Freud

 

Muere.

Cinco horas muerta.

Hombres que trabajan de eso

la resucitan,

el chofer conduce,

las consecuencias quizá sean analizadas

más adelante.


Está dañada. Nadie la reclama.


Un olor profundo impregna

las paredes de su casa,

las cosas llevan ya

demasiado tiempo quietas

¿Morirán sus perros encerrados?


La intuban

¿Para qué?


La cubren

con telas azules, ligeramente celestes,

la sangre estalla en la incisión,

apenas se apoya el filo

se abre el anillo traqueal,

anexos la nariz, la boca,

la garganta

acumulan saliva inútil.


Mantienen el orificio abierto

con la pinza mosquito,

introducen el tubo

¿Para qué?


Y las paredes de la terapia

se borronean.


Camino al corredor

llego ciega a las manos de una enfermera vieja.

Me acomoda en una silla y me pregunta:

¿Desayunaste, nena?




JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ


Yo esperé, Juan Antonio Fernández,

ponerme a prueba, resolver,

actuar con celeridad y tino

en las primeras sangres.


La abrupta manera

en que terminan algunas vidas

no pareció fortalecerme,

las almas del sifilicomio

aún sudan mercurio

y soplan su inminencia.


Quise, pero no pude.

Esperé el final

que se osifiquen o mueran

y nunca anhelé tanto

nociones de chamanismo

ni fui tan impotente

y el hombre que la medicina era

devoró mi fe.

 

     (De Formación hospitalaria)




FELIZ CUMPLEAÑOS

El rastro amarillo de los mingitorios

el ángulo del cordón

el atractor de la mugre.

La garganta

como una cañería llena de pelos

un abdomen perfecto encerrado en el placard

y 30 años dando filo a la imaginación.


¡Mujer!

¡A errar o al banco!




RESILIENCIA


Lo esperaba, sucedió (tal como lo había deseado) y sin

     embargo

estoy en similares condiciones iniciales.


Absorber las perturbaciones sin alterar, significativamente,

las características de estructura y funcionalidad

es de provecho en los metales

pero en el hombre

resulta insuficiente semejarse al acero austenítico

y recobrar la forma original tras haber sido sometido a

     presiones.


Parece que comprendo las cosas un poco mejor:

el objetivo, la búsqueda, el resultado,

y sin embargo, no es más que media cosa la que veo.


No podré evitar la resiliencia, pero

cómo quisiera destrozarme en las tragedias

y no volver a empezar, aunque digan que fortalece

que es necesario erguirse de nuevo

dispuesto al desastre.


     (De La diástasis de las tibias largas)




                                                      Ella derramó perfume sobre mis pies

                                                      Evangelio de Lucas

 

Magdalena llora y habla sola

mientras lava la ropa,

seca sus mejillas con el reverso del antebrazo.

Nadie la ve.

Magdalena se regocija

con el regocijo de los demás.

Comete errores, por supuesto:

no mirar a través de sus ojos,

sus ojos, por ejemplo,

servir la comida a gusto del hombre,

a gusto de los hijos.

La felicidad se encuentra en algunas cosas,

dijo. En alguna de esas cosas.

 

                                                      Sálvate a ti mismo y baja de la cruz

                                                      Evangelio de Marcos

Movidos por ese tremendo tirón en el pecho

ponen fin los hombres a todas sus historias.

Y Dios los hace agusanar en la tierra

para que aprendan

a no escuchar consejos, ni siquiera de su boca,

para que aprendan

a tomar la decisión

de pudrirse, o rearmar el presente,

o morir,

pero nunca abandonarse a la salvación.

 

     (De La única cosa necesaria)


17.9.20

Letanía del odio, por Robert Crumb

 



Soy una persona tremendamente negativa, siempre lo he sido. ¿Nací así? No lo sé, pero vivo asqueado por una realidad que me horroriza y asusta; me aferro desesperadamente a las pocas cosas que me confortan, que me proporcionan algún alivio.
Detesto a la humanidad en su conjunto. Puedo sentir un fuerte cariño por determinados individuos, pero el género humano sólo me infunde desprecio y congoja. Odio casi todo lo que pasa por civilización. Odio el mundo actual, entre otros motivos porque está atiborrado de gente. Odio las hordas, las multitudes en esas inmensas ciudades llenas de vehículos abominables, de estruendo, de ajetreo incesante y absurdo. Odio los autos y la arquitectura moderna; pienso que todo edificio construido después de 1955 debe ser derruido.
Aborrezco la música popular contemporánea. No hay palabra para expresar cuánto me crispa los nervios su falsa, petulante y vacua fatuidad. Odio los negocios y el contacto con el dinero, uno de los inventos más repulsivos de la especie humana. Odio la cultura mercantil en que todo se compra y se vende sin dejar piedra por mover. Odio la comunicación de masas y cómo la gente se deja subyugar por ella.
Odio tener que levantarme cada mañana para encarar otra jornada de demencia. Odio la obligación de comer, cagar o mantener mi cuerpo; odio mi cuerpo. Me horroriza pensar en sus órganos y funciones internas, en el cerebro o la digestión, en el sistema nervioso.
La naturaleza es una atrocidad, no me parece ni grata ni benigna. Todo estriba en morir o matar. El mundo natural es un sitio muy peligroso repleto de fuerzas y bichos temibles, criminales. Odio el funcionamiento de la naturaleza. El sexo es particularmente execrable y pavoroso: el macho penetra con su verga en el orificio de la hembra, la fecunda, otro ser aparece dentro de ella y ésta habrá de soportar un penoso suplicio cuando la nueva criatura empuje para salir al exterior con el único objeto de repetir más tarde el mismo ciclo. ¿Acaso hay algo existencialmente más nauseabundo que la reproducción?
¡Cómo detesto la parada nupcial! Siempre he aborrecido mi propio apetito sexual, que cuando era joven, nunca me daba tregua. Estaba constantemente acuciado por la frustrada manía de hacer con (y a) las mujeres cosas estrambóticas o censurables. Mi conciencia vivía por ello en un conflicto permanente que jamás fui capaz de solventar. La vejez es el único alivio.
Odio el mecanismo del alma humana, la manera en la que nos traumatiza y marca estúpidamente en la primera infancia para pasar el resto de nuestras vidas tratando de superar esas fijaciones pueriles sin llegar nunca a culminar la empresa.
Detesto la religión organizada. Odio a todos los gobiernos: no son más que juegos de poder ejecutados por ambiciosos sin escrúpulos sobre las espaldas de los pobres, los débiles y los niños. Somos una cáfila de chulos y matones. Los adultos se meten con los niños y los niños mayores con los más chicos; los hombres avasallan a las mujeres y los ricos a los pobres; todos quieren imponerse.
Aborrezco el culto al poder, uno de los rasgos humanos más abyectos. Me repugna la inclinación de los hombres por el desquite y la venganza. Odio ver cómo los seres humanos tratan de engañar al prójimo, cómo estafan, timan, embaucan y se aprovechan del ingenuo, el incauto o el ignorante.
Detesto las conversaciones huecas, artificiosas y banales que prodiga la gente. A veces me asfixian de tal modo que quiero huir lo más lejos posible.
Mi propia condición humana consiste sobre todo en odiar lo que soy. Cuando de pronto advierto que soy uno de ellos, un alarido me viene a la garganta.

«El infierno son los otros» (Juan Paul Sartre)
«El infierno también es uno mismo» (R. Crumb)



Tomado de: Recuerdos y opiniones (Robert Crumb y Peter Poplaski), Global Rhythm Press, 2008.

 

14.9.20

Cuestionario Marcel Proust Sofía Gonzalez Bonorino

 

¿Cuál es el colmo de la miseria?
La impostura.

¿Qué virtud valora más en las personas?
La valentía. 

¿Qué es lo que más le gusta hacer?
Leer.

¿Dónde querría usted vivir?
No pienso en eso.

¿Cuál es su ideal de la felicidad terrestre?
Imagino sociedades formadas por seres más libres, que vivan según su deseo.

¿Con qué errores tiene la mayor indulgencia?
Con los que se desprenden de la verdad de cada uno.

¿Cuáles son los héroes de novela que prefiere?
Los que están vivos.

¿Cuál es su personaje favorito de ficción?
Marcel.

¿Cuáles son sus heroínas favoritas de la vida real?
Las que aman.

¿Su pintor favorito?
Pirozzi.

¿Su músico favorito?
En este momento, Beethoven.

¿Su cualidad preferida de los hombres?
La pasión.

¿Su cualidad preferida de las mujeres?
La misma.

¿Su virtud preferida?
La bondad.

¿Cuál es su ocupación preferida?
Pensar.

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
Amar y ser amada.

¿Cuál es su miedo más grande?
Perder la vida.

¿Cuál es el rasgo que más deplora de usted mismo?
La impulsividad.

¿Cuál ha sido su mayor atrevimiento en la vida?
Ir de Moscú a Elábuga,  a llevarle flores a Marina Tsvietáieva.

¿Cuál considera que es actualmente la virtud más sobrevalorada?
La seguridad en uno mismo.

¿Qué es lo que más le disgusta de su apariencia?
Depende los momentos.

¿Cuáles son las palabras que más usa?
Desde hace un tiempo, “unidad psico-física” según F. M. Alexander.

¿Qué es de lo que más se arrepiente?
De mis actos, cuando estuvieron desconectados de mí.

¿Quién habría amado ser?
Alguien no tocado por la estupidez.

¿El rasgo principal de su carácter?
La rebeldía.

¿Su sueño de felicidad?
Entrar en la estepa patagónica hasta llegar al mar. Caminar por las playas de mi infancia, en Punta Ninfas, bordeando los acantilados. Y dejar que mis sentidos se expandan libres hacia lo desconocido.

¿Cuál sería su mayor desgracia?
Perder la memoria.

¿Su principal defecto?
Desear lo imposible.

¿Eso que querría ser?
Alguien mejor de lo que soy.

¿El color que prefiere?
Con este frío, el rojo.

¿La flor que más le gusta?
Me gusta mucho el olor de los jazmines.

¿El ave que prefiere?
Ninguna.

¿Sus héroes en la vida real?
Los que luchan contra la maquinaria de un pensamiento hecho a la medida de todos.

¿Sus heroínas en la historia?
Lo mismo.

¿Sus nombres favoritos?
Si un nombre me permite inventar algo, ya es mi favorito.

¿Dónde y cuándo es feliz?
En mi escritorio, cuando abro un libro y me encuentro con un pensamiento que me deslumbra.

¿Cuándo miente?
Cuando siento que si digo la verdad le estaría causando un daño al otro.

¿Cuál es su idea de la muerte?
Creo que la condición humana es insoportable. Pero el límite que transgredimos como especie en el siglo XX hace que no pueda quejarme de eso.

¿Qué no perdonaría?
Lo que va más allá de mis posibilidades de perdonar.

¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?
Escucharme un poco mejor.

¿Para usted qué es un buen insulto?
El que se dice por desesperación amorosa.

¿Cuál es su idea de la fidelidad?
La de Juana de Arco a sus voces.

¿Qué cosas detesta por encima de todo?
La crueldad.

¿Personajes históricos que más desprecia?
Los dictadores.

¿El hecho militar que más admira?
El Sebastopol de Lev Tolstói.

¿La reforma que más admira?
Hablando de Tolstói, la emancipación de sus siervos.

¿El don de la naturaleza que quisiera tener?
La indiferencia por todo lo que no sea mi propio funcionamiento.

¿Cómo le gustaría morir?
De ninguna manera.

¿Estado presente de su espíritu?
Creo que es difícil mantenerse cuerdo. Porque el mundo es un lugar muy injusto y miserable. Y si uno es sincero con uno mismo, adaptarse a él y aceptar sus condiciones es casi como vivir en estado de traición permanente. Trato de estar muy atenta. Creo que la sociedad es un organismo vivo en donde todos estamos enlazados. Si soy cada vez más consciente de mí, eso siempre va a ser bueno para el otro. Pensarlo de esta manera me hace creer que hay una salida. Que es posible, a partir de cada sujeto, hacer del mundo un lugar mejor. Esta convicción me produce, si no estoy escribiendo, mucha ansiedad.


¿Cuál es su frase preferida?
Una de Jean-Francois Revel que leí esta mañana: “Cuanto menos se ama, más se milita.”


7.9.20

El hombre imaginario, por Nicanor Parra

 



El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
con lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes, tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario:

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.



Tomado de: Nicanor Parra, Hojas de Parra, Santiago de Chile, Ganímedes, 1985.

1.9.20

Cuestionario Marcel Proust a Mercedes Moreira

 

 

¿Cuál es el colmo de la miseria?

Les amigues traidores.


¿Qué virtud valora más en las personas?

La transparencia.


¿Qué es lo que más le gusta hacer?

Dirigir, dibujar, cantar, escribir y estar con amigues.


¿Dónde querría usted vivir?

Donde vivo.


¿Cuál es su ideal de la felicidad terrestre?

El lesbiátrico en el que viviré la vejez con mis amigas.


¿Con qué errores tiene la mayor indulgencia?

Ortográficos.


¿Cuáles son los héroes de novela que prefiere?

Los imposibles como Ignatius Reilly


¿Cuál es su personaje favorito de ficción?

También Ignatius.


¿Cuáles son sus heroínas favoritas de la vida real?

Marlene Wayar, Charo Lopez, Paulina cocina y mis amigas.


¿Su pintor favorito?

Hundertwasser.


¿Su músico favorito?

Nina Simone, Ella Fitzgerald, Martha Argerich y Nico.


¿Su cualidad preferida de los hombres?

En hombres y mujeres la misma, el sentido del humor.


¿Su cualidad preferida de las mujeres?

En hombres y mujeres la misma, el sentido del humor.


¿Cuál es su ocupación preferida?

La dirección, la música, dibujar y escribir.


¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?

Dedicarme a lo que me gusta, estar con la gente que quiero y no tener preocupaciones económicas.


¿Cuál es su miedo más grande?

Enfermedades, no poder dedicarme a lo que me gusta ni estar con la gente que quiero y encima estar preocupándome por la guita.


¿Cuál es el rasgo que más deplora de usted mismo?

Mis pequeños y por suerte ya no frecuentes arrebatos de melodrama.


¿Cuál considera que es actualmente la virtud más sobrevalorada?

 Ser influencer.


¿Qué es lo que más le disgusta de su apariencia?

 Mis rulos cuando hay humedad.


¿Cuáles son las palabras que más usa?

Re, todo bien, todes, yafu, birra.


¿Quién habría amado ser?

La pantera rosa.


¿El color que prefiere?

Azul.


¿La flor que más le gusta?

Margaritas y jazmines.


¿Sus nombres favoritos?

Lucía y Vicente.


¿Dónde y cuándo es feliz?

Donde sea cuando me siento libre para hacer y decir lo que me pinta.


¿Cuándo miente?

Cuando hace falta.


¿Cuál es su idea de la muerte?

Estoy de acuerdo con dejar de existir un día. Planeo elegir ese día cuando el cuerpo no me dé para más, después de la muerte no hay nada si esa era la pregunta-


¿Qué no perdonaría?

La fayutez.


¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?

Poder dedicarme a lo que me gusta.


¿Qué cosas detesta por encima de todo?

Les artistes que se creen mil.


¿Personajes históricos que más desprecia?

Dios y Hitler.


¿Cómo le gustaría morir?

Eligiendo.


¿Estado presente de su espíritu?

Masomenosbien.


¿Cuál es su frase preferida?

 ¿Dónde nos vemos?